Según las últimas estadísticas, aproximadamente 1 de cada 6 hombres va a ser diagnosticado de cáncer de próstata y está proporción seguirá elevándose a medida que aumente la supervivencia. Como resultado de la incorporación del antígeno prostático específico (PSA) en los análisis rutinarios, la mayoría de los cánceres se detectan mientras están localizados en la glándula.
Para tratar el cáncer de próstata localizado, las opciones de tratamiento que podemos ofrecer a nuestros pacientes incluyen: cirugía, radioterapia (en sus distintas modalidades) y espera vigilante.
Aunque todavía falta evidencia rigurosa sobre qué opción ofrece la mejor supervivencia a largo plazo, cada una de estas opciones pueden presentar efectos adversos que hay que tener muy en cuenta a la hora de tomar una decisión.
Por lo tanto, cuando diagnosticamos un cáncer de próstata localizado, tenemos que dar a nuestros pacientes una información compleja y a menudo no concluyente sobre las opciones de tratamiento, los efectos secundarios que estas producen así como los resultados esperados.
Es lógico que en un principio el paciente se sienta confundido no solo por la mala noticia que le estamos comunicando, además tiene que decidir el tipo de tratamiento que tiene que debe recibir.
Para la mayoría de los hombres, la toma de decisiones sobre el tratamiento se produce en un contexto emocional de miedo e incertidumbre y sin poder hacer un uso correcto de la información que ha recibido.
La mayoría de los hombres intentan tomar una decisión buscando información de una gran variedad de fuentes, como son las segundas opiniones de médicos, páginas web más o menos especializadas o de redes sociales informales.
Pero son los factores emocionales los que influyen fundamentalmente en la decisión final.
Aunque la supervivencia es el objetivo que se pretende conseguir por la mayoría de los hombres, cada vez más la calidad de vida toma un carácter más relevante. Muchos pacientes han tenido como objetivo inicial “eliminar el cáncer”, pero después han cambiado de opinión al conocer los posibles efectos secundarios de tratamientos agresivos.
La personalidad del paciente, su temperamento, sus objetivos, la autopercepción de la enfermedad es lo que determinará la decisión definitiva.
La mayoría de los hombres buscan información y consejos de amigos o familiares, particularmente aquellos que han padecido o han sido tratados de un cáncer de próstata.La experiencia de otros a menudo ejerce un fuerte dominio sobre las decisiones finales de los pacientes.