Hasta no hace mucho tiempo, en el diagnóstico de un cáncer de próstata se tenía en cuenta fundamentalmente su localización, la existencia o no de metástasis y su grado de malignidad. Además no se disponía de muchos fármacos para tratarlo, por lo que existía un protocolo de tratamiento prácticamente estándar para todos los pacientes de un mismo tipo de cáncer.
En la actualidad, sin embargo, la situación ha cambiado sustancialmente. Los estudios sobre los marcadores tumorales y cómo estos influyen en el diagnóstico del cáncer, así como la disponibilidad de medicamentos que actúan de forma específica sobre las células cancerosas que contienen una determinada mutación genética, han cambiado la manera de plantear el tratamiento oncológico.
Si se atiende al perfil genético del cáncer, puede decirse que prácticamente no hay dos tumores iguales. Las mutaciones genéticas de cada tumor pueden ofrecer información determinante a la hora de definir el tratamiento más eficaz.
De ahí la necesidad de realizar un diagnóstico genético del tumor y, en función de los resultados, definir un tratamiento personalizado para cada paciente, que optimice la respuesta al tratamiento, reduzca en lo posible los efectos adversos de la medicación administrada y permita una mejora de la calidad de vida.
Todos estos avances tanto en el diagnóstico como en el tratamiento del cáncer de próstata van a cambiar nuestra forma de entenderlo.
Pasamos de la época en la que todos los tipos de cáncer se trataban de la misma forma a otra donde la personalización del tratamiento va a ser la protagonista.