Los avances en la informática, las telecomunicaciones, la robótica y los equipos endoscopicos han encontrado su lugar en el campo de la medicina, más propiamente en la cirugía. La introducción de las nuevas tecnologías, ha permitido a los cirujanos que con pequeñas incisiones (heridas) puedan llevar a cabo operaciones quirúrgicas sin tener qué hacerle al paciente una larga herida como en las intervenciones convencionales donde estas últimas producen un mayor dolor y ameritan una recuperación más tardía.
La laparoscopia urológica es la alternativa mínimamente invasiva a la cirugía abierta convencional en la que una pequeña cámara llamada laparoscopio es utilizada para ver dentro del abdomen. De esta forma, el laparoscopio transmite la imagen de los órganos internos a un monitor de televisión a través del cual el médico se guía para poder realizar los diferentes métodos quirúrgicos. El laparoscopio amplifica la imagen lo qué permite una mejor visión de los órganos abdominales.
La laparoscopia urológica es mínimamente invasiva ya que solo se requieren 3 o 4 pequeñas incisiones (orificios de 0,5 a 1 cm) en lugar de una herida de 15 a 20 cm. Por estas pequeñas incisiones se introducen los instrumentos con los que se opera.
La laparoscópica urológica puede ser utilizada para la realización de los siguientes procedimientos:
Los pacientes que se han sometido a esta intervención de laparoscopia urológica han obtenido los mismos resultados que una cirugía convencional la diferencia radica en qué el dolor postoperatorio es muchísimo menor, el tiempo de hospitalización es más corto, un menor tiempo para la recuperación y con un mejor acabado estético. Así como un “retorno” mas rápido a los hábitos dietéticos habituales y a la actividad normal.
Como en todos los procedimientos quirúrgicos, existe un riesgo de complicaciones. El médico hará una completa valoración para saber si el procedimiento es apropiado para cada paciente. Sin embargo, en un pequeño porcentaje de casos, existe la posibilidad de convertir la cirugía laparoscopica en un procedimiento abierto convencional. Las razones que llevarían a la conversión de una cirugía laparoscópica en una cirugía abierta pueden ser:
Su cirujano comentará en detalle con usted los riesgos potenciales previamente a la cirugía.
No todos los pacientes son aptos para ser sometidos a este tipo de cirugía. Cada paciente es único y posee situaciones particulares qué deben tratarse individualmente. Algunas características que pueden dificultar o contraindicar la cirugía laparoscopica son: Enfermedad pulmonar obstructiva crónica severa, cirugías previas, obesidad mórbida, entre otras.
Es una técnica quirúrgica mínimamente invasiva para el tratamiento de enfermedades del riñón (i.e. cáncer, obstrucción o litiasis). La nefrectomía laparoscópica es un procedimiento que se realiza mediante una técnica de invasión mínima permitiendo al paciente una periodo de hospitalización mas corto, una recuperación más rápida y los mismos resultados cuando se compara con la cirugía abierta convencional.
Este método quirúrgico ya se ha practicado a muchos pacientes en los últimos años. Habitualmente la duración de la intervención es de 2 a 4 horas. La cirugía se realiza colocando 3-4 pequeñas (1 cm ) incisiones en el abdomen. El riñón es extraído a través de una incisión de 5-10 cm de longitud dependiendo de su tamaño.
Este procedimiento ha probado ser muy seguro; aún así, como en todo procedimiento quirúrgico, existe la posibilidad de riesgos y complicaciones.
Las tasas de seguridad y de complicaciones son similares cuando son comparadas a la cirugía abierta. Los riesgos potenciales incluyen:
Sangrado: Durante esta intervención, es posible la pérdida de sangre, la transfusión puede ser necesaria en el 5% de los pacientes intervenidos.
Infección: A todos los pacientes se les administran antibióticos por la vena, antes de empezar la cirugía con el fin de disminuir la posibilidad de infección.
Daño a otros órganos o tejidos: Aunque es muy poco probable, existe la remota posibilidad de que una lesión en otros órganos como son el intestino, venas o arterias, bazo, hígado, páncreas, pleura y vesícula biliar pueda requerir otra cirugía. El posible daño a nervios o músculos relacionados con la posición también es posible. Estos daños también pueden ser causados con la cirugía abierta.
Convertir a cirugía abierta: El procedimiento puede requerir la conversión a la cirugía abierta convencional si se presentan dificultades durante la intervención laparoscópica. Esto puede resultar en un periodo de recuperación mas largo o en una incisión mas grande.
Después del procedimiento es normal la presencia del dolor, este será controlado con medicación administrada por la vena por el personal de enfermería. Es posible experimentar un discreto dolor temporal (1-2 días) en el hombro debido al gas utilizado para insuflar el abdomen durante el procedimiento laparoscópico.
Sonda urinaria: Esta sonda (tubo de plástico), permite la salida de la orina desde la vejiga hacia el exterior (es colocada en el quirófano mientras el paciente está dormido) y habitualmente se mantiene durante 1 día después de la cirugía.
Dieta:Durante los 2 primeros días después de la cirugía es necesario llevar una vía de acceso venoso ( esta vía es un pequeño tubo colocado en la vena para que de esta manera sea posible recibir sueros y mantener un adecuado estado de hidratación y que además permite la administración de medicamentos). La mayoría de las personas 2 días después de la intervención pueden ingerir algunos alimentos.
Fatiga: Es normal experimentar cansancio, pero este desaparecerá después de las primeras semanas.
Movilidad: Al día siguiente de la cirugía es importante levantarse de la cama y comenzar a caminar con la supervisión de una enfermera o de un familiar. Esto es importante para prevenir la formación de coágulos en las piernas.
Estancia hospitalaria: La duración del periodo hospitalario es habitualmente de 2 a 3 días.
Estreñimiento: Es posible presentar dificultad para realizar deposiciones los primeros días después de la cirugía. Si es necesario se administrarán supositorios o laxantes suaves para resolver este problema.
Control del dolor: Es posible presentar algunas molestias en la zona de la herida que serán tratadas con medicamentos contra el dolor durante los primeros días después de haber sido dado de alta.
Actividad: Se recomienda dar algunos paseos. Deben evitarse los periodos prolongados de estar sentado o estirado. Es posible subir escaleras. Al menos durante la primera y segunda semana no es recomendable conducir. Queda terminantemente prohibido el levantamiento de objetos pesados y algunos deportes como: nadar, ir en bicicleta, o correr por lo menos durante el primer mes y medio o hasta qué su doctor lo permita. La mayoría de los pacientes vuelven a la actividad normal en casa al cabo de 3 semanas. Es posible volver al trabajo después de 4 semanas de la intervención.
¿En qué consiste la prostatectomía radical laparoscópica? Esta técnica se realiza a través de 5 pequeñas incisiones en el abdomen, contrasta con la técnica abierta en la que es necesaria una incisión en la linea media de la parte baja del abdomen.
Durante la prostatectomía radical laparoscópica, la glándula prostática es separada de la vejiga y de la uretra y posteriormente estas estructuras son nuevamente unidas. La próstata es extraída a través de uno de los cortes previamente realizado, normalmente se necesita ampliar un poco esa pequeña incisión (3-6 cm) dependiendo del tamaño de la próstata.
En la evaluación preoperatoria el urólogo verificará su expediente clínico, los valores de PSA, el resultado de la biopsia de la próstata donde se dictamina la existencia del cáncer y posiblemente una gammagrafía ósea y una tomografía axial computarizada del abdomen y la pelvis, así como todas las pruebas que puedan ser de utilidad para el tratamiento.
Seguidamente comentará con usted las opciones de tratamiento que existen para el cáncer de próstata.
La prostatectomía radical laproscópica es un tratamiento aceptado y establecido para el cáncer de próstata qué aún no ha roto la cápsula próstatica; es decir, aún no se ha diseminado. Esta intervención quirúrgica precisa de la cooperación de un amplio equipo de profesionales (cirujanos, enfermeras, anestesiólogos y técnicos capacitados para esta intervención).
La prostatectomía radical laparoscópica se realiza de acuerdo a los principios de la cirugía abierta pero sin que la mano del cirujano entre al abdomen. Las lentes del laparoscopio, conectado a la cámara proyectan al monitor una excelente imagen ampliando los detalles de la próstata y de las estructuras vecinas permitiendo así una disección mas precisa.
Una vez qué la próstata es separada de la vejiga, la uretra y el recto se extrae, a través de los orificios realizados para la intervención, y se coloca en una bolsa de plástico pequeña. Posteriormente se procede a restaurar la sección del tracto urinario, uniendo la vejiga urinaria a la uretra con el empleo de técnicas laporoscópicas.
Se coloca una sonda a través del conducto de la orina (uretra) para vaciar la vejiga y permitir la correcta cicatrización de la conexión uretra-vejiga. Además, u pequeño tubo de drenaje es colocado a través de una de las incisiones.
La duración de la prostatectomía radical laparoscópica es aproximadamente 2 a 4 horas, pero puede variar de acuerdo a las características de cada paciente, como el tamaño de la próstata, la forma de la pelvis, el peso del paciente o cirugías previas en el abdomen o la pelvis. La pérdida de sangre durante la cirugía es aproximadamente menor de 500 ml. Rara vez se requieren transfusiones.
La duración de la permanencia en el hospital oscila entre 3 – 5 días. En un lapso de entre 10 a 21 días es imprescindible llevar una sonda para orinar, antes de retirar esta sonda se requiere la realización de una prueba radiológica (cistografía de relleno) para garantizar qué la unión entre la uretra y la vejiga ha cicatrizado perfectamente.
El resultado del análisis de la próstata tarda aproximadamente 6-10 días. Un análisis de PSA se determinará al mes y a los 3 meses siguientes a la cirugía.
Aunque la prostatectomía radical laparoscópica ha demostrado ser segura, sin embargo, como en cualquier procedimiento quirúrgico, existen algunos riesgos y posibles complicaciones:
Sangrado: Aunque la pérdida de sangre durante el procedimiento es relativamente escasa comparada con la cirugía abierta, es posible que sea necesaria la transfusión de sangre.
Es un método quirúrgico mínimamente invasivo y muy seguro, lo qué permite qué el tiempo de hospitalización del paciente sea corto, la recuperación mas rápida y los resultados son equivalentes cuando son comparados al procedimiento abierto tradicional.
Esta cirugía está indicada para corregir la obstrucción o estrechamiento del uréter (tubo que drena la orina desde el riñón a la vejiga) en el sitio donde éste se une al riñón. Esta afección llamada estenosis de la unión pieloureteral puede producir dolor, hipertensión, piedra en los riñones y daño de la función renal.
Este procedimiento se realiza a través de 3 a 4 pequeñas incisiones en el abdomen y consiste principalmente en recortar el área obstructiva y unir nuevamente la pelvis del riñón con el uréter. Un tubo de plástico (llamado catéter ureteral) se coloca en el uréter como soporte de la unión hecha durante la pieloplastia. Este tubo se deja durante 4 semanas y es habitualmente retirado en el consultorio mediante cistoscopia flexible.
La ureterolitotomía laparoscópica es un procedimiento eficaz para la extracción de litiasis ureteral en la que han fallado otras técnicas como la litotricia extracorpórea por ondas de choque o la ureteroscopia. Permite una corta estancia hospitalaria y una rápida recuperación. Los resultados son equivalentes a los comparados al mismo procedimiento por vía abierta.
El procedimiento se realiza a través de 3 o 4 pequeñas incisiones en el abdomen y consiste principalmente en localizar la piedra, abrir el uréter, extraer la piedra y volver a suturar el uréter. Habitualmente es necesaria la colocación de un catéter que puede ser colocado previamente o durante el mismo acto quirúrgico por vía endoscópica o laparoscópica. Al igual que la pieloplastia la retirada del catéter se puede llevar a cabo en el consultorio mediante la realización de una cistoscopia flexible.