La hemodiálisis y la diálisis peritoneal son tratamientos dirigidos a sustituir la función de los riñones que han dejado de funcionar. Estos tratamientos le permiten a usted vivir más tiempo y sentirse mejor, pero no son una cura de la insuficiencia renal terminal. Mientras que en la actualidad los pacientes con insuficiencia renal terminal viven más tiempo que nunca, a lo largo de los años se pueden presentar problemas severos. Los más frecuentes son: tensión arterial alta, anemia, trastornos en los huesos y lesiones de los nervios.
El trasplante de riñón es un procedimiento que consiste en colocar en el cuerpo un riñón sano proveniente de otra persona (familiar o un donante cadáver). Este riñón único cumple con todo el trabajo que los dos riñones enfermos no pueden hacer.El cirujano colocará el riñón en el cuerpo del paciente cosiendo la arteria y la vena del riñón a una arteria y una vena del paciente (receptor) que generalmente es la arteria y vena ilíaca externa. La sangre pasa a través del nuevo riñón y produce la orina al igual que en los riñones sanos. El nuevo riñón podría comenzar a funcionar inmediatamente o podría tardar varias semanas en comenzar a producir orina. Los riñones del paciente se dejan en su lugar a menos que causen infección o aumento de la tensión arterial.
Para la realización del trasplante se busca que el riñón sea lo más compatible posible que la persona que lo va a recibir para intentar evitar el rechazo del nuevo órgano. El tiempo que se tarda en encontrar un riñón varía por lo que se deben anotar los receptores en una lista de espera hasta que se encuentre el riñón que sea más compatible para él. La operación lleva entre 2 y 4 horas, dependiendo de la complejidad del caso y del estado de las arterias y las venas del paciente que lo va a recibir.
Siempre existe la posibilidad que el receptor rechace el riñón trasplantado, por lo que se deben administrar durante toda la vida medicamentos (inmunosupresores) para frenar la reacción del sistema inmunitario. En ocasiones estos medicamentos no evitan que el organismo rechace el riñón por lo que se debe retirar y el paciente debe volver a realizar algún tipo de diálisis hasta que se pueda realizar otro trasplante.
Las complicaciones del tratamiento inmunosupresor es que al frenar el sistema inmunitario del individuo pueden condicionar la aparición de infecciones. Algunos de estos medicamentos pueden producir cataratas, acidez gástrica y trastornos de la articulación de la cadera, además pueden dañar el hígado o el riñón.